ASTÉRIX EN BRETAÑA
Todos lamentamos el fiasco que han supuesto las últimas adaptaciones cinematográficas del entrañable personaje creado por Goscinny y Uderzo. Quien más y quien menos, ha leído alguna vez alguna de sus historietas.
Para encontrar una buena película de Astérix, hay que volver la vista atrás, hacia la década de los 80: una época en la que se “rodaron” varias películas de animación claramente inspiradas en el cómic, aunque no siempre fiel al mismo; ya que, a menudo, se trataba de enlazar distintas tramas en una sola, sin que el resultado final fuera muy sólido que digamos en cuanto a guión y argumento.
Puede que “Astérix en Bretaña” sea la excepción. La película es bastante fiel al cómic original; introduciendo unos elementos y quitando otros, cierto, pero por exigencias del cambio de medio y, además, en beneficio de ese resultado global.
Todo comienza cuando Julio César decide invadir Bretaña. Inexorablemente, toda ella queda conquistada… ¿Toda? ¡No! Porque una aldea de irreductibles bretones resiste al invasor; pero, ¿por cuánto tiempo?
Cuando el bretón Buentórax le cuenta al jefe Ze Bigboss que conoce a un primo en la Galia (Astérix), en cuya aldea disponen de una “mágica poción”, el segundo le encomiendo al primero la peligrosa misión de pedir ayuda y traer poción para poder defenderse del inminente ataque de los romanos.
Mientras tanto, en la Galia, los aldeanos del conocido pueblecito de Armónica pelean más entre sí (normalmente todo empieza con una riña entre Eseautomátix y Ordenalfabétix) que contra los romanos, ya que éstos se han ido a Bretaña; motivo por el que Obélix se encuentra bastante deprimido. Sin embargo, la llegada de Buentórax levanta los ánimos y Astérix, Obélix e Ideáfix parten con él de regreso a Bretaña, portando un tonel que contiene una buena cantidad de poción mágica. La cuestión es: ¿lograrán nuestros amigos superar todas las adversidades del camino, o fracasarán en el intento?
Cabe señalar que, a nivel técnico, la película ha aguantado bien el paso de los años: animación decente, música más o menos desenfadada según la situación, un buen trabajo de doblaje (sobre todo con los personajes principales, es como si Astérix y Obélix no hubieran podido tener otras voces)…
Al margen del aspecto técnico, el film mantiene un buen pulso narrativo: desde los primeros instantes de la conquista de Bretaña hasta el más o menos esperado desenlace, pasando por varias situaciones hilarantes. Ayuda bastante la corta duración: apenas una hora y quince minutos.
Cabe destacar el humor característico de la obra de Goscinny y Uderzo, bien conservado en esta película: especialmente, en lo que se refiere a los divertidos anacronismos. Así, los bretones son flemáticos y educados, conducen por la izquierda, toman agua hervida (aún no habían descubierto el té) y son grandes aficionados al rugby. En un momento determinado, tras cruzar el Canal de la Mancha, Obélix comenta que “deberían hacer un túnel”. Incluso podemos ver una sospechosa “Torre de Londinium”…
En resumen: una película amena y entretenida. Astérix en estado puro, con su humor inteligente y su inocencia; sin haber sido corrompido por los cameos de “los famosos casposos del momento”, elemento de obligada incorporación (o eso parece) en las últimas adaptaciones cinematográficas del personaje.
PD - La imagen, obviamente, es de la portada del cómic. He tratado de encontrar una de la película, pero no ha podido ser.