HAMLET (1996)
Dirigida, adaptada y protagonizada por Kenneth Branagh.
Hay dos versiones: una de 2 horas y otra que dura el doble.
El Rey Hamlet de Dinamarca ha muerto. Su hermano no tarde en casarse con la Reina viuda, lo que despierta los recelos del joven Príncipe Hamlet, aún dolido por la muerte de su padre. Una noche, éste se aparece a su hijo y le revela un terrible secreto: fue asesinado por su propio hermano y clama venganza por ello. En sus intentos de dar cumplimiento a los deseos de su padre, Hamlet se hundirá en las simas de la locura, de manera más o menos intencionada, y dejará tras de sí, sin proponérselo, un rastro de muerte y destrucción.
Lo primero que llama la atención de esta adaptación cinematográfica de la inmortal obra de Shakespeare es la época en la que está ambientada: no en la Edad Media, sino en el s. XIX. Eso sí, la acción sigue transcurriendo en Dinamarca.
A nivel técnico, la película consigue que la obra del dramaturgo inglés brille con esplendor: excelente fotografía, vestuario, maquillaje, decorados… Da la impresión de que no se ha reparado en gastos. Todo ello, al servicio de la obra: así, el colorido de la corte contrasta con la negra silueta del Príncipe Hamlet. La música no juega un gran papel, pero acompaña en algunas de las escenas más memorables con corrección.
Los actores interpretan sus papeles de manera convincente. Kenneth Branagh es Hamlet, loco y lúcido a un tiempo, histriónico en ocasiones y sobrio en otras, con expresivos ojos azules. Otra cara conocida es Kate Winslet, que interpreta a la pobre y desdichada Ofelia; superada por los acontecimientos, termina perdiendo el juicio de manera conmovedora. Cabe destacar los cameos de actores bien conocidos como Charlton Heston, Jack Lemmon o Robin Williams.
Ahora toca hablar de la adaptación en sí. Yo vi en español la versión de 2 horas. Hay algunos cambios con respecto a la traducción de Luis Astrana Marín. Así, se emplea la conocida expresión “algo huele a podrido en Dinamarca”, seguida de un apropiado (no parece haber otra alternativa) “el Cielo proveerá”. Otros ejemplos: “ser o no ser, ésa es la cuestión”; se dice “flauta” y no “caramillo”; “ahorro” y no “economía”. Aunque puede que todo esto no sean más que minucias.
Claro está, no te cuentan todo en la versión de 2 horas. Faltan escenas como la charla inicial entre Horacio y los guardias, las recomendaciones de Polonio a Laertes y escenas muy importantes del Rey; éste no tiene ocasión de expresar en voz alta sus remordimientos, y no se ve cómo Hamlet decide no matarle porque está rezando.
Por otro lado, se dota de gran intensidad a escenas como la representación de la obra de teatro. Claro que, a veces, se mete a la fuerza algo de acción, lo que puede chocar con el tono aparentemente sosegado de las palabras de Shakespeare. ¿Exigencias del medio, quizás? Este recurso es más o menos acertado.
Así, la persecución en pos del espíritu del difunto rey consigue resultar angustiosa; aunque el hecho de que la tierra se resquebraje y salga fuego resulta, quizás, demasiado melodramático. En la conversación entre Hamlet y Ofelia, el Príncipe cree oír un ruido y, sospechando que le espían, comienza a actuar con brusquedad y violencia. No convence el frustrado intento de fuga de Hamlet tras dar muerte a Polonio, ni el beso que le da a su tío. Tampoco termina de convencer el duelo final, en el que Laertes actúa de forma rastrera (bueno, más aún de lo que es habitual en alguien que se vale del veneno para conseguir sus objetivos) mientras, a todo esto, al bueno de Fortinbrás se le va la pinza y asalta el Palacio Real. Aquí, realmente, da la impresión de que Kenneth se había fumado algo cuando adaptó este fragmento de la obra original…
Se me olvidaba: en relación con la acción, puede apreciarse, gracias a breves imágenes, que la relación entre Hamlet y Ofelia iba más allá de las meras palabras. Esto me chocó, sobre todo porque ni por asomo se me ocurrió tal idea mientras leía la obra original. ¿A vosotros qué os parece?
En resumen: puede que sea una de las mejores adaptaciones de Hamlet, pero esta película no puede escapar de las imposiciones del género e introduce ciertos elementos bastante chocantes. Con todo, se trata de una película interesante que no tiene por qué despertar un rechazo sistemático en los más puristas. Reconozcamos sus méritos: buena factura técnica, buenos actores y un puñado de escenas bien conseguidas que conservan toda la intensidad del original.