El Aura, con Ricardo Darín

EL AURA

Ricardo Darín (el argentino con barba de pocos días al que también se pudo ver en “Nueve Reinas”) interpreta en esta ocasión a Héctor, un taxidermista silencioso y callado, propenso a ataques epilépticos y cuyo hobby favorito es imaginar, gracias a su memoria fotográfica, el “golpe perfecto” cada vez que lee una noticia en el periódico o pisa un banco.

En cierta ocasión, decide acompañar al campo a un amigo al que le gusta cazar. Será allí, sin proponérselo, donde se topará con la ocasión y los medios que bien podrían permitirle, por una vez, hacer realidad sus inquietantes planes.

La película tiene una duración aproximada de dos horas y cuarto. No hay prisa: la historia se va desarrollando con tranquilidad, a base de planos en los que no hay saltos bruscos (salvo en las escasas escenas de acción) y secuencias largas y pausadas. A pesar de ello, la película no afloja y mantiene un cierto ritmo que crea una notable inquietud en el espectador, que no puede evitar preguntarse si al peculiar taxidermista le saldrán o no bien las cosas.

Los escenarios urbanos iniciales se diluyen posteriormente en la amplia naturaleza de la Patagonia argentina (creo). Realmente es un bello lugar… Uno casi puede sentir los rayos de sol que atraviesan la techumbre formada por las copas de los árboles, los cantos de los pájaros, la leve brisa… Aunque el bucólico panorama se rompe, en ocasiones, con el sonido de un disparo.

Así, por contraste, las escasas escenas de acción resultan chocantes. Sobre todo porque la mayor parte del tiempo la cámara sigue al inquietante personaje interpretado por Ricardo Darín: un hombre de hielo, inexpresivo, atento a todos los detalles, siempre sometido a la posibilidad de caer víctima de un ataque epiléptico en el momento más inoportuno…

Tal y como describe el propio personaje, el aura es el instante previo al ataque de epilepsia. Por un momento todo se paraliza a tu alrededor, tus sentidos se agudizan y percibes claramente lo que te rodea… Y entonces, al no haber otra opción, ni siquiera tienes que molestarte en elegir; cierras los ojos, te dejas llevar y ya está.

La música ayuda a crear esa atmósfera pausada y sosegada. Hay música clásica y composiciones instrumentales, pero nada que llegue a resultar estridente. A nivel técnico, interpretativo, narrativo… se contribuye a crear esa atmósfera. Todo lo más, algunas expresiones argentinas resultan difíciles de entender, sobre todo cuando un personaje susurra o habla entre dientes.

Insisto en que, aunque la película es lenta, a poco que uno se esfuerce puede verse inmerso en la trama; dejándose llevar, en cierto sentido, como si de un ataque epiléptico se tratara.