Aquí va la intro de una historia que todavía me estoy currando. Es para mi nuevo PJ de Ánima, para éste PJ he creado una nueva sub-categoría (casi na) MUHAHAHAHA
Jerger Strom no había pedido aquel destino, ni siquiera aquella misión. ¡Que demonios!, no había pedido si quiera aquel equipo. Hace dos años si alguien le hubiera dicho que viajaría por las tierras oscuras, junto con un shivatense medio loco y un silencioso hechicero estigio le habría pegado tan fuerte que le habría vuelto la cara del revés, pero si además le hubieran dicho que le harían perseguir a un espectro habría salido corriendo.
Jerger siguió soñando despierto mientras se arrebujaba en la oscura capa de gruesa lana que llevaba colgada del cuello. Aquella tarde hacía un frío que helaba la sangre de las venas, y como siempre en aquella tierra dejada de la mano de Dios, había una niebla que te impedía ver más allá de tus propias narices. El carro avanzaba con lentitud por el camino de cabras, el viejo soldado volvió a mirar atrás para comprobar que “aquello” todavía seguía allí.
Strom había sido capitán en el cuarto ejercito de la Alianza Azur bajo el mando del Árbitro Kariagne, aquellos si que eran buenos tiempos. Las maniobras se habían puesto a la orden del día. Con la guerra apunto de estallar había que preparar a los soldados, los fondos militares subieron como la espuma en la jarra de cerveza, y eso solo había sido el principio. Lo realmente gordo llegó con la investigación y desarrollo. No solamente se pusieron a los mejores cerebritos a inventar e idear nuevas armas, sino que dieron voz a aquellos que como él, tenían algo que decir respecto a las técnicas de combate avanzado. Hacía medio siglo que había pasado el tiempo en el cual con la postura del halcón matabas a todo bicho viviente, era tiempo de cosas nuevas, de experimentar con la energía interna que aparece durante el combate, tiempos de aprovechar la adrenalina que se generaba cuando los choques de espadas hacen saltar chispas de candente fuego.
Desgraciadamente según sus superiores había innovado demasiado, los consejos de guerra empezaron a sucederse uno tras otro, las caras que antes le sonreían ahora le miraban con sospecha, empezó a ser seguido por la inquisición...
Hasta que llegó el.
Dijo llamarse Dieter Helsm, aunque los dos sabían sobradamente que aquel nombre era tan falso como las promesas de paz del Arconte Supremo. Aquel hombre le prometió todo lo que el había deseado, y en el momento preciso en que el necesitaba desaparecer de la ciudad fronteriza de Reinhold.
El prometedor Jerger terminó uniendose a la sección de combate y ejercito de la organización Wissenchaf, bajo el mando del augusto Lucanor Giovanni Frei. Fue entrenado por los mejores y pudo dar su opinión en cuanto a tácticas de batalla se refería, allí apreciaron mucho lo que tenía que decir. Jerger Strom, oriundo de la pequeña ciudad de Reinhold se sentía contento con su trabajo por primera vez en su vida.
Y entonces las cosas se pusieron raras.
Lo primero fue una misión un tanto extraña. Se pedía despliegue en setenta y dos horas en un pueblecillo de mala muerte cerca de Le Drac en Gabriel, para la misión mandarían una escuadra de élite compuesta por cinco soldados bajo sus órdenes directas. Jerger preguntó acerca de qué podía haber allí para que se mandara un equipo tan poderoso.
Al llegar lo comprendio. Cierto que no había apenas presencia hostil, de hecho solo había un hombre, pero ese sujeto fulminó a dos de sus hombres en apenas un par de segundos. De la nada habían surgido diminutos hilos azulados que cortaban la carne como si fuera aire. El experto soladado alejó las dudas de su mente e intentó organizarse para poder dar las órdenes pertinentes, cuando consiguió dar la orden de retirada hacía un monticulo que podría otorgar cierta cobertura, otro de sus hombres había perdido un brazo.
Aquella misión fue un desastre completo. No solo perdió a todos sus hombres sino que no pudo completar la misión, como premio le cayó una investigación de las gordas y privación de salario y puesto durante casi un mes.
Después de aquello lo volvieron a admitir y lo enfrentaron contra cosas aún peores. Pronto conoció los horrores que puede provocar la magia, cómo la psíquica puede adueñarse de uno y hacer que mate a su propia madre, como la energía interna, o ki, puede acrecentar las capacidades de combate de un mindundi, convirtiendolo en el mejor de los guerreros durante unos segundos.
El militar volvió a mirar el caminillo. A su lado, en dos caballos, iban sus acompañantes. El estigio paracía concentrado en otra cosa y no pasaba frío a pesar de las bajas temperaturas y de que llevaba desnudo el torso, por su parte el shivatense parecía estar intentando rastrear algo usando un mapa para ayudarse.
Un bache hizo que la carga se moviera e hiciera un fuerte ruido al chocar con la madera reforzada con planchas de metal de la caravana.
-A dos kilómetros al sudoeste encontraremos la villa de las tres cruces.- dijo el shivatense con un marcado acento Yamato.
Jerger movió la cabeza asintiendo y volvió a coger los documentos y expediente del caso.
Lo que se decía sobre el SdR en el documento era más bien poco, y su informe psicológico era casi inexistente. Lo que era seguro es que no era de esta tierra, el espectro, o lo que fuera, había inmigrado desde algún principado del sur, ya que fue aproximadamente hace cinco años cuando los de la aldea empezaron a dar las primeras voces de alerta.
Según ellos, “algo” se movía por los alrededores, y en las noches de noche cerrada y oscura, las campanas tañen como esperando la apertura de la boca del infierno.
Siguieron durante más de media hora la ruta estipulada, pasaron cerca de la villa pero sin internarse en ella, y después de quinientos metros pararon, Jerger tenía que calzarse la BX-512.
A partir de allí irían andando.
Aquello más que campo parecían un cenagal, el estigio se había puesto en trance y recitaba algunas palabras en el idioma de allí, que el no conocía, aunque las lecturas de la armadura le decían que acumulaba energía mágica, en cuanto al shivatense, parecía estar con la mente en otro sitio, y su cuerpo parecía moverse más por inercia que por voluntad de seguir.
Habían caminado cuatrocientos metros sin encontrar nada de nada salvo mosquitos, cuando empezaron a escuchar cosas. Estaban seguros de que algo se movía, pero los lectores de la armadura seguían mudos.
Entonces llegaron a la cabaña.
Cuando Jerger iba a dar las órdenes pertinentes vio que el estigio ya no estaba a su lado, estaba quieto dos metro más atrás, bueno, quieto no, no paraba de castañear, su piel se había vuelto pálida y los diente se golpeaban entre ellos tan fuerte que parecía que se fueran a romper.
El shivatense debió ver algo ya que salió corriendo hacia la cabaña de madera que parecía desabitada, pero un destelló cegó los ojos del sargento mayor, cuando los volvió a abrir el shivatense tenía una herida que le cruzaba todo el pecho. Nervioso, Strom empezó a reordenar nuevos parámetro de búsqueda para la armadura. No hicieron falta.
De pronto ahí estaba. Ante el, llenándole de frio, sus esperanzas empezaron a desgajarse como un tapiz viejo, sabía que no tenía posibilidad de victoria, no contra aquello, Jerger miró aquella nube negra que flotaba sobre el cenagal, le miró, y vio reflajado en sus ojos vacios la muerte.
Su muerte.
-Por lo menos conseguiste que saliera- dijo la voz del hombre que se hacía llamar Dieter Helms.- No esperaba más.
Tema: Introducción espectro 
Mar Mayo 27, 2008 7:57 pm
