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 Lo que el Viento se Llevó

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MensajeTema: Lo que el Viento se Llevó   Lo que el Viento se Llevó Icon_minitimeVie Sep 26, 2008 6:53 am

LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ (LIBRO)

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El clásico de Margaret Mitchell. 1348 páginas. Vamos, que necesitas un rato largo para leértelo…

Georgia (no la invadida por la URSS, sino uno de los Estados de los USA), 1861. Una época en la que el Sur aún existía. Ricos terratenientes, con caballerosos modales, dirigían explotaciones algodoneras utilizando mano de obra esclava. La vida era plácida, tranquila, agradable y bueno, incluso para los esclavos, a los que trataban bien y nada les faltaba (salvo eso llamado “libertad”, que a muchos les daba miedo).

En este contexto, en la gran plantación de Tara, nos encontramos a Scarlet O’Hara, una quinceañera bella, caprichosa y voluptuosa que tiene prendados a todos los chicos del condado. Sin embargo, un hombre, el hombre al que ella ama precisamente, se resiste a sus encantos: el joven y apacible Ashley Wilkes.

Sus quebraderos de cabeza en lo que a amor se refiere quedarán, sin embargo, eclipsados por el estallido de la Guerra de Secesión o Guerra Civil Americana (1861-1865). Una guerra que se desarrolló en su mayor parte en territorio de la Confederación de Estados del Sur (de la que Georgia formaba parte); una guerra que afectará a Scarlet más directamente de lo que ella hubiera podido imaginar en un principio. La adolescente tendrá que transformarse en una mujer dura, dispuesta a hacer lo que haga falta para sobreponerse a la adversidad y salir adelante.

En su camino hacia la madurez, Scarlet se encontrará en reiteradas ocasiones con Rhett Butler: un apuesto aventurero que se burla abiertamente de la forma de vida de los sureños; un luchador audaz e intrépido que antepone sus propios intereses a cualesquiera otros; una oveja negra por la que Scarlet llegará a sentir una mezcla de amor y odio…


Margaret Mitchell escribió este libro en la década de los 30, aprovechando su convalecencia tras haber sufrido un accidente. Sus vastos conocimientos enciclopédicos sobre la Guerra de Secesión le resultaron muy útiles para escribir esta obra, su única obra. Ni siquiera pretendía publicarla, pero un amigo la desafió y ella envió el borrador a un editor. A éste le gustó y animó a la escritora a terminar la novela. “Lo que el Viento se Llevó” se convirtió inmediatamente en un éxito de ventas. Sus derechos fueron adquiridos por una gran suma de dinero, y en 1939 se estrenó en Tecnicolor la adaptación a la gran pantalla, todo un hito en la historia del cine que ganó 10 oscars.


En la novela, las vivencias de Scarlet O’Hara se entremezclan con pasajes que permiten tener una panorámica de la Georgia azotada por la Guerra de Secesión. Se da una visión favorable del Sur que choca con la idea general que uno tiene sobre el asunto. En contraposición a lo narrado en “La Cabaña del Tío Tom”, libro en el que se narra cómo los malvados sureños flagelan a los esclavos hasta matarlos o persiguen con feroces jaurías de perros a los fugitivos (de hecho, hay algunas referencias directas a esa novela), los sureños de “Lo que el Viento se Llevó” son gallardos, caballerosos y amables. Tienen su propia visión de las cosas, pero ello no impide tratar a los negros con amabilidad y cuidarlos como si fueran de la familia.

A los georgianos no les gusta que otros les digan lo que pueden y lo que no pueden hacer. Les fastidia que ese presuntuoso de Lincoln pretenda imponerles su visión de las cosas, y no dudarán en luchar para defender su forma de vida; una forma de vida que es, precisamente, aquello que se terminó llevando el viento de la guerra.

A pesar de luchar por una Causa perdida, para los sureños no dejará de ser su Causa, de modo que la defenderán hasta el final. Incluso una vez terminada la Guerra, con resultado adverso para ellos, los georgianos mantendrán la cabeza muy alta para no darles la satisfacción a los prepotentes yanquis de verles humillados. Afrontarán como buenamente puedan los horrores de la Reconstrucción, una época en la que no tenían ningún derecho frente a los invasores y a la plaga de especuladores y negros libres que acompañó a las hordas de soldados azules para ocupar y someter al vencido.

Resulta curioso que se ofrezca una visión noble y romántica del KKK y sus orígenes: como los prepotentes invasores no dejaron ninguna posibilidad de defensa en manos de los sureños (nada de derecho a voto, y si ibas a juicio lo más probable era que salieras perdiendo, y mucho), los sureños sólo podían defender su propia existencia, igual que los ocupantes, mediante el terror; pero, en vez de utilizar los resortes legales (posibilidad absolutamente vedada para ellos), los sureños no tenían más remedio que ponerse unas capuchas y tomarse la justicia por su propia mano.


Una vez llevadas a cabo estas consideraciones, bien podemos abordar ahora las cuestiones esenciales que planean sobre el hipotético de esta novela. ¿Es pesada? ¿Merece la pena? ¿Engancha? ¿De qué trata más o menos? ¿Los personajes son planos?

Podemos comenzar valga la redundancia, por el principio…

Scarlet está sentada en el porche de Tara con dos apuestos gemelos, hijos de una familia vecina (curiosidad: uno de esos gemelos sería interpretado en la pantalla grande por Chistopher Reeve, que más adelante se convertiría en el mítico Superman). Scarlet se entera de que Ashley Wilkes, el hombre a quien ella ama, va a casarse con su prima Melania Hamilton. Scarlet queda aturdida por la noticia y ni siquiera invita a cenar a sus visitantes, que se marchan extrañados. Más tarde, ella va a buscar a su padre al camino para confirmar sus temores. Tiene lugar una emotiva conversación padre-hija. Después, se van a casa con las otras dos hermanas de Scarlet y, después de cenar, vuelve la madre (que había atendido a un enfermo). Todos rezan el rosario, y es entonces cuando Scarlet decide tratar de conquistar a Ashley durante la barbacoa que celebran los Wilkes al día siguiente.

Todo esto es lo que te cuentan en las 100 primeras páginas. Y apenas han transcurrido unas horas. Lo cierto es que en la narración también se introduce la descripción del pasado del padre y la madre de Scarlet, además de ciertas consideraciones sobre los vecinos, la forma de vida local y la formación de la Milicia.

Con un lenguaje rico y variado, sin prisa pero sin pausa, Margaret Mitchell introduce al lector en ese mundo que ya ha dejado de existir, de modo que uno lo siento como si fuera suyo e incluso tiene cierta nostalgia porque sabe que eso se lo llevará el viento. Casi podría afirmarse que el constante lector puede vivir una doble vida durante las semanas, meses o años que tarde en leerse el libro. Desde luego, en lo que respecta a inmersión, la novela va más allá de la media… aunque es necesario estar mínimamente interesado por ese periodo histórico y esa época.

Durante la mayor parte de la narración, el lector conoce los acontecimientos desde el punto de vista de Scarlet. Este punto de vista varía desde la ñoñez e inocencia del principio a la dureza y amargura del final. Claro que 1348 páginas dan para que un personaje cambie bastante.

Sin llegar a ser exhaustiva, Margaret Mitchell describe minuciosamente cosas a las que en otras novelas no se da tanta importancia o se sobreentienden: costumbres, arquitectura, decoraciones de las casas, vestidos, el ambiente de la calle… Todo esto facilita la inmersión a la que antes hice referencia.

Especialmente interesante resultan los fragmentos en los que el lector adquiere un punto de vista omnisciente y puede contemplar la evolución socio-política del Sur durante y después de la Guerra. Resulta realmente enriquecedora la visión del bando vencido sobre “los terrores de la Reconstrucción”; aunque no debemos dudar de que se trata de una perspectiva parcial, si bien ello sirve para compensar los extremos del otro punto de vista, adquiriendo así una visión global del conflicto más o menos neutra.

Los sentimientos de los personajes, las conversaciones y sus matices, los gestos, todo ello también está descrito con acierto. A las largas reflexiones de Scarlet sobre lo injusta y dura que es su vida (por nimiedades al principio, por cosas más serias al final) se intercalan momentos cumbre en los que intervienen otros de los personajes clave: Ashley Wilkes y Rhett Butler, principalmente, pero también Melania Hamilton y Mamita, la negra que ha cuidado de Scarlet desde que ésta era niña. Y es que, entre ese cosmos de personajes que pueblan el Sur, los hombres y mujeres cercanos a Scarlet están trazados a conciencia, con numerosos detalles y caracteres que les dan una profundidad y complejidad notables, sin que en ningún caso su actuación se limite a la de “personajes de relleno”.

Precisamente, uno de los mayores aciertos de la película es captar esos momentos brillantes que hacen palidecer todo lo demás. Aunque sobre esto hablaremos más detalladamente en la sección correspondiente.

Se agradece que, a pesar de la impresión inicial, la trama avance y abarque la guerra en la primera mitad y la posguerra en la segunda. A veces se describe minuciosamente un día, y luego pasan de pronto dos meses. Otras veces, la narración nos da una idea general de lo que ocurre durante cierto periodo de tiempo. Está claro que 1348 páginas resultan agotadoras, pero el interés del lector se mantiene; puede que llegue un momento en el que haya que hacer un alto, pero después la lectura se retoma con ganas y renovadas fuerzas.

El argumento no se limita a los devaneos amorosos que caracterizan a un culebrón, si bien estos ocupan la mayor parte de las inquietudes de Scarlet, y dichas inquietudes ocupan a su vez la mayor parte del libro. Quizás quien lea esto se relaje cuando le diga que la chica no se hace odiosa como puede ocurrir con otros personajes de otras novelas; supongo que, de tanto leer el punto de vista de Scarlet, terminamos identificándonos con ella y comprendiendo, e incluso justificando, sus actos; a veces se trata de “ella contra el mundo” y, por injusto que pueda parecer, mandamos a tomar por saco el mundo y tomamos partido por Scarlet O’Hara.

En resumen: se trata de una obra magna, para los useños lo mismo que “Guerra y Paz” para los rusos. Puede que la lectura de “Lo que el Viento se Llevó” requiera tiempo, paciencia, constancia y laboriosidad… pero no defrauda. Un valor seguro, sobre todo en estos tiempos caracterizados por la crisis.

[Si estás dispuesto a leer más, te interesa echar un vistazo en la sección de PELÍCULAS al tema correspondiente.]
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