RED DE MENTIRAS
USA, 2008. Acción-thriller. Duración: 2 horas (aprox). Director: Ridley Scott. Intérpretes: Leonardo di Caprio, Russell Crowe.
Uno podría pensar que hay parecidos con “Quemar después de leer”, porque esta película también trata sobre agentes de la CIA y porque también se usan esos planos al estilo “satélite que lo observa todo”; aunque, obviamente, aquí no tenemos una comedia de humor negro, además de que la acción (en gran medida) transcurre fuera de los USA.
Una especie de Osama ben Laden, pero iraní, se dedica a sembrar el terror en Europa mediante cruentos atentados. Di Caprio interpreta a un agente de campo de la CIA que, bajo la supervisión de Russell Crowe (su jefe), sigue la pista al malvado terrorista por todo Oriente Próximo (Iraq, Jordania…).
En su camino encontrará tanto amigos como enemigos… aunque, en esta profesión, es difícil saber cuándo te están diciendo la verdad y cuándo te están utilizando como una marioneta.
La película comparte algunos parecidos con “Syriana”: la acción salta constantemente de un lado a otro, aparecen también constantemente nuevos personajes… Parece que, en las películas de este género (USA/espionaje/terrorismo), es obligatorio apabullar al público con más datos de los que puede asimilar; a veces uno anda bastante perdido, y las lagunas que presenta el guión no contribuyen precisamente a remediar esta importante tara de la película.
Al menos, en “Red de Mentiras” no se salta tanto de unos personajes a otros como en “Syriana”. La cámara se centra en Leonardo di Caprio, que resulta creíble como agente de “primera línea”, algo quemado y amargado. Russell Crowe interpreta a otro agente, pero de los “de despacho”; es bonachón y algo cínico, picotea constantemente y también resulta creíble. La relación entre ambos es curiosa y los dos comparten algunas de las mejores secuencias del film.
Otra diferencia con “Syriana” (y se agradece bastante) es la vivacidad: hay suficientes explosiones y escenas de acción como para que el espectador no se duerma, se mantiene la tensión prácticamente hasta el final, la trama salta constantemente de un lugar a otro, se muestra con agilidad cómo evolucionan los acontecimientos… aunque los personajes, bastante estereotipados, no evolucionan prácticamente nada.
Cabe destacar que el director de la película es Ridley Scott. Esto garantiza, desde el principio, una calidad decente a nivel técnico. La historia, como dije, no es soporífera y permite su visionado de un tirón; se agradece que no hayan estirado la película hasta las tres horas.
En cuanto al tratamiento de los servicios de inteligencia, los acérrimos patriotas useños deben sentirse decepcionados con Ridley Scott al ver cómo éste plasma la Guerra contra el Terror como una guerra sucia en la que, a menudo, los servidores de la Nación emplean métodos bastante turbios; lo que se muestra en el film parece creíble, pero uno no puede estar seguro de hasta qué punto lo que
parece real
es (¡igualito que en Matrix! XD).
El modo en que el célebre director trata el fenómeno del terrorismo resulta, a todos los niveles, tremendamente decepcionante. Los estereotipados terroristas que aparecen en la película no son más que matones con poco seso, pero llenos de odio, que están dispuestos a matar a quien sea, como sea y donde sea… y todo ello, por unas creencias que, sin embargo, carecen de sólidos cimientos.
En este sentido, parece que el personaje de Leonardo di Caprio lee el Corán todas las noches antes de acostarse, porque no duda en espetarle a un terrorista que “malinterpreta el único libro que lee”; la verdad es que esa escena, en la que Leo coge una rabieta y vocifera que los terroristas además de malos son imbéciles, resulta bastante penosa y patética debido a su insultante puerilidad.
Por un lado, los terroristas islamistas pueden encontrar en su Libro Sagrado un montón de pasajes a favor del uso de la violencia como medio para conseguir sus fines; sostener lo contrario es, simple y llanamente, pretender ignorar que las raíces del Islam son bastante violentas. Pero claro, el bueno de Ridley no iba a ofender a la comunidad musulmana para que le tacharan de islamófobo; de hecho, poner como “malos” a terroristas islamistas ya era bastante peliagudo, así que el director compensó este hecho mostrando al servicio de inteligencia jordana como una entidad honorable y eficaz, en contraposición a una CIA plagada de estúpidos incompetentes tan tontos que no son capaces de comprender a los musulmanes… menos el bueno de Leo, claro.
No puedo evitar recordar lo mucho que se parece este personaje, tanto física como mentalmente, al personaje que interpretó Orlando Bloom es “El Reino de los Cielos”; nefasta película, también de Ridley Scott. Al menos, en el caso de “Red de Mentiras”, el personaje de Leo tiene la excusa de que, efectivamente, vive en el siglo XXI; pero tratar de transvasar las ideas políticamente correctas de nuestra época a un personaje del siglo XII es ridículo.
Oh, se me olvidaba… Toca leer subtítulos. En ocasiones, veo gente… que habla en árabe. Afortunadamente, la mayoría de las veces tiene sentido que así sea; no todo iba a ser malo, ¿verdad?
En resumen – Una película entretenida, para ver y luego olvidar (aunque no necesariamente lo antes posible).
Resumen de la parte “métele hacha” – Ridley Scott trata de acomodarse a todos los tópicos políticamente correctos al mismo tiempo, pero (precisamente por eso) es incapaz de satisfacer a nadie; de ahí que la película, aunque técnicamente luzca bastante bien, haya tenido críticas poco entusiastas.