Camino a la Perdición

Que no os hubieseis visto en la vida no quiere decir vuestro destino no hubiese orquestado que os encontrarais en aquel Zeppelín. Individualmente y por motivos que solo conocéis vosotros mismos, llegasteis a la capital de Lucrecio para ir a un bar, que estaba cerca de un campanario, allí siempre os esperó el mismo hombre, sentado en el mismo lugar y bebiendo la misma cerveza, él os miro a cada uno de vosotros y os analizó, según ibais buscándole. La mirada de sus ojos era glaciar, pese a lo que pueda parecer a simple vista, ese hombre había visto a muchísimas más personas antes que a vosotros, pero vosotros eráis los únicos que podíais hacer esta tarea, nadie más podría hacerlo, y si fracasabais…bueno, intentad no pensar que ocurriría si fracasarais.

Os hizo un gesto para que os sentarais, y lo hicisteis, él os necesitaba tanto como vosotros a él, era vuestra obligación cumplir con el encargo que os iba a dar en este momento.

La gente iba yéndose de aquel lugar conforme el hombre que estaba sentado delante de vosotros hizo un gesto, en pocos minutos, en ese lugar solo estabais tu, el hombre, y dos espumosas jarras de cerveza, necesitasteis beber para poder no derrumbaros de la responsabilidad, ya que solo la débil embriagación del alcohol os proporcionó algo en lo que agarraros, realmente esto iba a ser lo más duro que llegasteis a hacer en la vida, la peor y a la vez la mejor elección.

Aceptasteis, ya sabíais lo que teníais que hacer, matar al “Caminante de la Bruma”, “El Seguidor de Messiah”, “El mensajero del Diablo”, “El Vacío que todo lo Vincula”, “El Avatar Ensangrentado”, hay algunos que hasta lo denominan el decimotercer mensajero, el Ignoto. La tal monumental tarea ya lo supisteis dos meses antes cuando ellos os buscaron a vosotros desde un grupo de mensajeros, realmente la organización que controla la persona que tenéis delante es muy poderosa como para poderos haber encontrado a todos vosotros en cuestión de meses, aunque, lo cierto es que casi desde que lo visteis por primera vez ya supisteis lo que teníais que hacer, estuvisteis intentando escapar de ello pero los dioses tuvieron algo distinto reservado para vosotros, lamentablemente.

¿Y cuál era el nombre de la persona que os ha encargado a matar tal inconmensurable ente?, no importaba el nombre, el nombre es un recurso utilizado para poder llamar a alguien, pero ellos se especializaban en moverse por las sombras, los nombres para ellos carecen de valor, así que tienen cientos de formas de llamarse según el motivo o la necesidad, y obviamente el nombre de Dieter era tan falso como cualquiera de los que os hubiera dicho.

Como acordasteis, os dio aquello que mas deseasteis que estuviera a su alcance, lo cual es bastante, os daría aún más si terminabais la tarea en cuestión, era lógico pensar de esa forma, pues al fin y al cabo lo más probable es que muráis en el intento, con lo que daros algo extremadamente poderoso o valioso habría sido una pérdida total, porque al final, no creéis que vaya a existir semejante objeto o artefacto que pueda marcar realmente la diferencia entre la victoria y la derrota.
Así que después de terminar de hablar con aquella persona vestida en una gabardina delgada de color crema os fuisteis de ahí, en busca del hombre que os proporcionaría no solo un viaje de ida a la Isla Sin Nombre, sino que además sería uno de vosotros, que se os uniría en el viaje suicida a enfrentaros contra “eso”.

Además ese hombre, Lance Masteen, es el propietario de un Zeppelín privado, uno de los hombres más ricos de Gaia, al igual que uno de los mejores luchadores de toda Gaia, solo comparable ante el gran Kisidan o el señor de la guerra Tadeus.
Mención cabe destacar el arma que lleva en su cinto, una espada de acero negro y blanco hecha de una única pieza de metal, llamado Iluminati, un metal rarísimo, al igual que la forma de la espada, suponéis que debe de ser poderosísima. Por supuesto, con el paso de vuestras vidas sabéis que tanto la magia, como las criaturas mitológicas como los objetos mágicos existen, “eso” es una prueba irrefutable de…¿magia?, desde luego no es humano.

Masteen espera a que terminéis de llegar todos vosotros, cuando el último de vosotros termina de subir al Zeppelín habrán pasado una semana de espera, realmente creíais que ibas a tardar menos, sobretodo porque en un principio pensabais que ibais a ir solos, nunca os dijeron que ibais a ir acompañados, no se os mencionó ese detalle hasta la conversación con el hombre de mirada glaciar, después de todo es más preciso nombrarle a él con algún adjetivo que con un nombre falso.

Lentamente, los motores se encienden y despegáis de la gran plaza, no hay cantos ni una muchedumbre en la plaza deseosos de veros partir para regresar triunfantes, tampoco están vuestras personas sentimentales agitando un pañuelo mientras sus lágrimas se deslizan de sus dulces rostros. Lo único que hay es un Zeppelín controlado por una única persona despegando de una plaza vacía en una noche cualquiera.

Os sumís en vuestros pensamientos sentados en la parte de invitados, que es casi la gran mayoría del Zeppelín. Lleváis vuestras armas, armaduras u objetos mágicos que habéis creído necesario llevar para el encuentro contra “eso”, y unas pocas notas o diarios, registros de personas cercanas a vosotras que contienen parte esencial del motivo por el que estáis aquí, las habéis traído con la esperanza de poder recordar quienes sois y porque hacéis lo que hacéis para cuando tengáis que enfrentaros contra el Vacío que todo lo Vincula.