Es cierto que el juego no te permite interpretar demasiado. ¿Las pruebas? Puedes terminar siendo el jefe del gremio de luchadores, magos, pícaros, asesinos...; puedes ser el campeón de distintas divinidades, la mayoría perversas, y varias enfrentadas entre sí. Si quieres buscar interpretación, tienes que buscar en tu propia imaginación y, si quieres justificar tus decisiones, sólo puedes hacerlo ante ti mismo, mentalmente.
Por ejemplo, si terminas siendo el campeón de todos los gremios y de las distintas divinidades al mismo tiempo, puedes justificarlo mentalmente argumentando que tu personaje tiene trastorno de personalidad múltiple, o que es esquizofrénico, o que siempre piensa "¿y por qué no?", o... ¡o que está dispuesto a acumular todas las posiciones de poder para conquistar no sólo su propio espacio-tiempo sino también el nuestro!
En el caso de la decisión "¿pro Imperio o pro Capa de la Tormenta?", no es tan difícil justificar tu decisión.
En mi caso, llevo a un Nórdico; del mismo modo que llevé a un elfo oscuro cuando jugué al Morrowind (tierra de los elfos oscuros), aquí llevo a alguien de la raza de los hijos de Skyrim. Sin embargo, uno podría llevar a alguien de otra raza y dejarse "empapar" por el espíritu nórdico: audaz, valiente, noble y dispuesto a morir en gloriosa batalla antes que someterse y vivir de rodillas.
En cualquier caso, el hecho de que nada más empezar los imperiales quisieran separarme la cabeza del cuello me sentó bastante mal. Yo no debía estar allí, uno de los oficiales lo sabía... pero su superior dijo que yo tenía que morir de todas formas. ¿Y qué hizo aquel oficial? Tragar y asentir. Eso es lo que puedes esperar del Imperio: el peso de su burocracia, cayendo con todo su rigor sobre los ciudadanos. "¡Cuidado, que vienen los nuestros!"
En cambio, a los enemigos se les trata con cariño.
¿Que un régimen totalitario, racista y criminal, como el de los Thalmor, se ha impuesto en parte de las tierras del Imperio, ha exterminado prácticamente razas enteras y ha tenido la osadía de saquear la propia capital imperial? ¡Ningún problema! Los imperiales hacen las paces con los Thalmor y cumplen con sus exigencias, entre ellas renunciar al culto a Talos.
Talos, el hombre que por el mérito de sus propias hazañas se convirtió en un dios. Talos, el hombre que fundó el Imperio y le dio el carácter que permitió a esta entidad dominar el mundo durante cientos de años. Talos, el hombre sin el cual el Imperio nunca habría existido.
El Imperio vende a Talos, ¿y los traidores son quienes no están de acuerdo con esa infamia? ¿Quienes no están dispuestos a lamer las botas de sus enemigos y encima darles las gracias por dejarles vivir? ¿Quienes no están dispuestos a morir lentamente tras haberse olvidado de sus principios?
No son traidores. ¡Son los portadores del espíritu nórdico! ¡Son los portadores del auténtico espíritu imperial!
¡El espíritu de los valientes que lucharán por las creencias que cimentaron el Imperio, aunque ello implique una muerte prácticamente segura! ¡El espíritu de los valientes que saben que hay que plantar cara al adversario si se quiere tener alguna posibilidad de victoria! ¡El espíritu de los valientes que no renunciarán a lo que es noble y bueno bajo ninguna circunstancia!
¡El espíritu de los valientes que no se detendrán hasta vencer a sus enemigos... o morir en el intento!
...
Por eso me uní a los Capas de la Tormenta.