El Águila del Imperio, de Simon Scarrow. Unas 350 páginas.
La acción comienza con un breve pasaje sobre la fallida incursión de Julio César en Britania. Un grupo de legionarios, incapaces de arrastrar un importantísimo arcón (el enemigo les pisa los talones), lo hunden en una ciénaga, con la esperanza de que pueda ser recuperado en una invasión posterior.
Después, la acción se traslada el Imperio Romano, casi un siglo después (a mediados del siglo I d.C.); concretamente, a la fortaleza de la segunda legión, situada en la frontera con los germanos. Allí nos encontraremos con personajes como Macro, un veterano recientemente ascendido a centurión, y Cato, un remilgado liberto que no ha tenido más remedio que alistarse para conseguir la libertad.
A través de éstos y otros personajes, Simon Scarrow cuenta una historia sobre la legión, con algunos tintes de suspense, espionaje e intrigas políticas. La segunda legión tendrá que desplazarse, luchando contra diversos enemigos, con la inminente invasión de Britania como telón de fondo: un proyecto personal del Emperador Claudio con el que pretende consolidar su posición y, de paso, recuperar aquél arcón perdido…
Cabe destacar las numerosas carencias de esta obra en cuanto a redacción y estilo: especialmente la ausencia de todo tipo de separación cuando el punto de vista cambia de un personaje a otro, lo que induce a confusión… ¡y francamente, resulta molesto! Si a esto añadimos erratas (eso espero), errores gramaticales y sintácticos, diálogos confusos y algunas descripciones poco clarificadoras (sobre todo durante los combates)… No estamos ante un candidato idóneo al Premio Nobel de la Literatura, precisamente.
A pesar de todo, hay que reconocer que la historia es interesante (hasta cierto punto) y engancha. El libro se lee rápido y no se hace pesado. Además, si uno pasa por alto los múltiples defectos, puede llegar a pasar un buen rato.
Resulta curioso que la descripción del ambiente castrense de la legión recuerde, más bien, a películas como “La Chaqueta Metálica”. Realmente, parece algo sacado de la mili. ¡Dudo que el instructor estuviera llamando constantemente “señoritas” a los reclutas en aquel entonces! Claro que yo no viví en aquella época, pero me resulta difícil creerlo. ¿A vosotros qué os parece?
Tampoco terminan de convencer esas últimas páginas a modo de “viñeta de las explicaciones”, sobre todo porque algunas están un poco cogidas por los pelos…
Finalmente, cabe destacar que Simon Scarrow ha sacado más libros para continuar la historia… Así que puede hablarse de “La Saga del Águila”. Lo que yo ya no sé es si merece la pena comprobar si el autor ha ido puliendo su estilo con cada entrega… o más bien todo lo contrario.
Puede que sea uno de esos riesgos que nadie está dispuesto a asumir.