LIBROS AMBIENTADOS EN LA GUERRA CIVIL
Leyendo un libro distinto de los que nos ocupan en este post, me enteré de que dos de las mejores películas que reflejan la Guerra Civil desde la perspectiva de los republicanos son “Réquiem por un Campesino Español” y “Las Bicicletas son para el Verano”. Me informé y averigüe que cada una es adaptación de la novela homónima correspondiente; y como yo prefiero siempre, en la medida de lo posible, leer el libro antes de ver la película, capturé sendos ejemplares en la Biblioteca y acabé con ellos en un momento.
El primero es “Réquiem por un Campesino Español”, una novelita (apenas 100 páginas) de Ramón J. Sender; por lo visto, se trata de una de sus mejores obras.
En un pueblecito aragonés, el sacerdote Mosén Millán se prepara para ofrecer una misa de réquiem por el difunto Paco el del Molino. Mientras, va recordándolo todo, desde el día en que Paco nació hasta el día en que murió.
Al tratarse de una novelita, casi un relato, no hay capítulos ni divisiones por el estilo. Prácticamente toda la obra es un “flashback”, con breves pinceladas sobre el sacerdote preparándose para la misa. Lo más destacable es el lenguaje utilizado por Sender: sencillo y sobrio pero, puede que por eso mismo, tremendamente expresivo. Las frases son cortas, las ideas se exponen con claridad y de una en una. El protagonismo se divide entre Paco y Mosén, pero la perspectiva se desplaza con fluidez no sólo del uno al otro sino también a otros cuantos personajes e incluso, en ocasiones, a un narrador omnisciente cuya presencia apenas es perceptible.
Tanto en lo descriptivo como en las conversaciones, se refleja la vida tranquila y rural, con sus alegrías y sus miserias. Da la impresión de que se trata de los vívidos recuerdos del propio Sender, como si realmente hubiera vivido todo aquello y aún recordara lo sucedido. En algún momento, mientras leía, me vino a la cabeza “El Camino” de Miguel Delibes.
La historia, breve (y dos veces buena por ello), engancha al lector y no le suelta hasta el contundente final; un final que, no por esperado, resulta menos trágico. Pero lo más trágico todavía es que ésta es sólo una de las innumerables desgracias que tuvieron lugar con ocasión de la contienda fraticida.
El otro libro es “Las Bicicletas son para el Verano”, de Fernando Fernán Gómez, sorprendentemente al menos para mí. ¿Quién no le recuerda en “El Abuelo”, o diciendo “¡a la mierda!” con esa entonación tan característica? Pues resulta que la otra cara de la moneda es su faceta de actor, autor y director teatral. Es decir, se trata de una obra de teatro. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre con los clásicos de Shakespeare, aquí se incluyen completas referencias sobre los decorados, los gestos de cada personaje, quién entra y quién sale, a quién se dirige cada uno… Estas referencias no son un obstáculo, sino todo lo contrario: permiten al lector sumergirse en la obra como si de una novela se tratase.
Tiene unas 150 páginas y se lee rápido. La trama es amena. Precisamente, la trama…
Estamos en el Madrid de 1936. El alzamiento sorprende a los miembros de una familia de clase media y a sus vecinos. Lo que parecía una breve y molesta interrupción de la vida cotidiana no tarda en convertirse en la nueva rutina. Pasan los meses, los años, y los personajes tratan de salir adelante como puede y hacer frente a las penurias: hambre, frío, bombas… ¡guerra! Tiempo de cambios que no llegarán a cristalizar; en fin, una oportunidad perdida.
Sin ser tendenciosa, la película tiene un sesgo claramente favorable a la República: el “terror rojo” queda bastante mitigado, y se ve con buenos ojos muchas de las medidas que se toman en esa época, medidas que en principio implican mayor libertad y la ruptura de caducas restricciones… pero el lector sabe de antemano que todo eso, al final, se lo llevará el viento.
Cabe señalar que Fernando Fernán Gómez se inspiró en sus propias vivencias para escribir esta obra, ganadora de un premio Lope de Vega. De hecho, cierto personaje (si no más) presenta un parecido más que razonable con el autor, tanto por su actitud como (incluso) por su forma de hablar.
También llaman la atención las referencias a libros y películas de la época, lo que (junto con todo lo demás) facilita la labor de atrapar al lector en ese mundo, en ese espacio y tiempo concretos, durante lo que se tarda en leer las 150 páginas.
Nota – Naturalmente, cualquiera es libre de postear en esta sección sobre los libros que haya leído sobre la Guerra Civil.