APPALOOSA
Western. USA, 2008. Duración: unas dos horas. Director: Ed Harris. Intérpretes: Ed Harris, Viggo Mortensen, Jeremy Irons, Rene Zellweger.
He ido retrasando deliberadamente el momento de escribir este análisis. Sin embargo, no dejaba de sentir que era algo que debía hacer, aunque sólo fuera para que otros no cometieran el mismo error que yo. Bien, vamos allá…
En el tranquilo pueblo de Appaloosa, el ranchero Randall Bragg (Jeremy Irons) impone su propia ley gracias a su ejército de matones. Cuando el sheriff del lugar “desaparece” misteriosamente, el pacificador Virgil Cole (Ed Harris) y su socio Everett Hitch (Viggo Mortensen) llegan hasta allí para hacerse cargo del puesto de sheriff y de ayudante, despectivamente. Juntos, tendrán que lidiar contra Bragg y sus hombres para restablecer la ley y el orden. Sin embargo, la aparición de una (supuestamente) interesante mujer llamada Allison French (Rene Zellweger) pondrá en peligro la larga amistad que unía desde antaño a Virgil y a Everett…
Empecemos con lo bueno. Técnicamente, la película cumple con creces: estupenda fotografía, buena banda sonora, magníficos decorados y vestuario… Además, tenemos a Ed Harris y Viggo Mortensen repartiendo estopa; el segundo parece el Capitán Alatriste con una escopeta del calibre ocho, pero esto no es algo malo. Jeremy Irons interpreta al antagonista, contundente y amenazador al principio; un principio en el que truenan los disparos cuando menos te lo esperas, las salpicaduras de sangre manchan las paredes y los intercambios de balas se suceden a gran velocidad (en el sentido de que la cámara da tantos vaivenes que no sabes muy bien lo que ocurre, pero ello no es necesariamente malo, ya que refuerza la mezcla de celeridad y confusión que prima en los tiroteos… ¿no?).
También hay una escena sublime en la que las balas son sustituidas por frases que pueden hacer tanto o más daño. El espectador permanece en vilo y sólo cuando el embrollo concluye se da cuenta de que había dejado de respirar por la emoción.
Realmente, la película promete. ¿Podría ser mejor incluso que Open Range (algo que para muchos sería rematadamente fácil)?
Y entonces aparece Rene Zellweger.
Yo me pregunto qué se habría fumado el guionista… porque el texto debía ser algo parecido a lo que sigue.
“De pronto, apareció algo semejante a una mujer. Debajo de una enorme frente, dos ojos porcinos miraban inquietos de un lado a otro. Dos monstruosas mejillas conectaban directamente con una tosca barbilla, dando la impresión de que aquello no era el rostro de un ser humano sino una careta o el mascarón de proa de un navío. El esquelético cuerpo estaba atrapado en el interior de un aparatoso vestido, cuyo ceñido cuello alto amenazaba con hacer explotar aquella cabeza (lo que no habría sido una gran pérdida). Sin embargo, por algún perverso mecanismo de la corrupta naturaleza humana, tanto Virgil Cole como Everett Hitch vibraron de emoción al contemplar lo que, de manera inconcebible, ellos consideraban una gran belleza…”
De hecho, casi todos los hombres del pueblo (y parte del extranjero) se ponen cachondos al ver a Allison French, Ally para los amigos. Pensé que quizás se debía a que en Appaloosa no había más mujeres, pero no tardé en descartar esa alternativa. Creo oportuno, llegados a este punto, citar unas frases de Virgil Cole.
“-Ally… Es una mujer guapa, culta, inteligente. Sabe tocar el piano, es muy limpia y guisa muy bien. Sin embargo… da la impresión de que se folla todo lo que se mueve.”
Y es que Ally tiene un trastorno psíquico que le impulsa a abrirse de piernas delante del “macho dominante”, el cual (naturalmente) varía según las circunstancias.
Permitidme escribir otra cita. Esta vez se trata de una parte de la primera conversación que mantuvieron Virgil y Ally.
-Y dígame… ¿Usted está casada?
-No. Soy viuda.
-Y… ¿En qué trabaja usted?
-Toco el piano.
-O sea, que no es usted una puta.
-¡Señor! ¿Cómo puede decir una impertinencia semejante?
-Usted disculpe, pero en este pueblo hay pocas mujeres solteras que no sean putas.
-Pues yo soy una de esas mujeres.
Al principio, creí que cuando Ally decía “soy una de esas mujeres”, quería decir que ella era una de las pocas mujeres solteras de Appaloosa que no eran putas. Sin embargo, con la perspectiva que me ha proporcionado el paso del tiempo, ahora estoy convencido de que lo que realmente quiso decir fue que ella era una de las putas.
Sería sorprendente que una mujer que se comporta como una puta, por muy guapa que fuera (aunque aquí ocurre todo lo contrario), siguiera recibiendo la atención y el afecto del hombre al que ha traicionado. Sin embargo, Virgil Cole, que puede matar en un instante a dos hombres sin pestañear, es un calzonazos. Le atormenta el feo vicio de Ally, pero no la abandona y la sigue queriendo, aunque ella se comporte como una puta. No hace nada para remediar la situación, sencillamente se queda ahí sentado… Bonita manera de cargarse a un personaje.
Al personaje de Jeremy Irons también se lo cargan pues, conforme avanza el metraje, empieza a actuar de manera francamente ridícula.
De Rene ya he hablado suficiente. Tengo la certeza de que es un ser humano, y merece respeto por ello. Sin embargo, resulta abominable que fuercen al espectador a creer que su personaje es una adorable y hermosa puta lasciva, aun pudiéndose apreciar claramente que es una puta a secas. En lo que a mí respecta, si pretendían darme gato por liebre, bien pueden meterse el gato por donde les quepa.
Sólo se salva Viggo Mortensen. De hecho, este magnífico actor consigue salvar una película que, de otro modo, provocaría una embolia cerebral al desprevenido espectador. Su personaje es duro y no aparenta ser tan imbécil como los demás. Llegado el momento, se decide a actuar y a hacer algo, consiguiendo que al final el film remonte y sea medio decente.
Para terminar, mencionaré otras cargas que lastran la película prácticamente desde el principio.
1) La parsimonia con la que se cuenta la historia hace que “Open Range” parezca mucho más rápida.
2) Muchos diálogos son absurdos. Como Virgil y Everett llevan juntos bastantes años, realmente no necesitan hablar entre ellos. Sin embargo, el espectador se sentiría defraudado si Ed Harris y Viggo Mortensen no se cruzaran ni una sola palabra en todo el tiempo que dura la película. Por eso, sucede con más frecuencia de la deseada (es decir, ninguna) lo siguiente:
-Everett, ¿hace cuanto tiempo que cabalgamos juntos?
-16 ó 17 años.
-Entonces… ¿Qué opinas sobre este asunto?
-Creo que opino lo mismo que tú opinas.
-Entonces creo que yo también opino lo mismo que tú opinas.
-O sea, que nuestra opinión es exactamente la misma.
-Sí.
-Excelente.
Pues, francamente… para eso no hacía falta ni que abrieran la boca. Otra cosa desconcertante: se supone que Virgil no tiene un vocabulario tan amplio como Everett; para que esto quede patente, el primero le pregunta de cuando en cuando “cuál es la palabra que estoy buscando (y que no me sale)”. El problema es que a veces son palabras que sabría hasta un niño de 5 años, y no digamos ya un sheriff hecho y derecho. ¿Cómo se puede explicar que no sepa decir, por ejemplo, “recluido”? Sencillamente, no hay explicación racional posible; y esto nos lleva a…
3) Se emplea el desafortunado recurso de presentar a unos personajes como imbéciles para que otros, al lado de los primeros, parezcan más listos.
En resumen – Western decepcionante y particularmente doloroso si uno piensa en lo que pudo ser y no fue. Open Range le da mil vueltas.