Las cartas malditas. Historia de las Quintas.

-Todavía me llegan las voces.- dice la Quinta sin mover los labios.- Todavía puedo escuchar los gritos y sentir retumbar el pecho, como cuando sientes la muerte cerca.
Algún día de estos todos terminarán muertos, se inventará un poder que pueda acabar con la existencia. Puede que eso se esté acercando, puede que a la humanidad le quede menos tiempo del que cree para continuar arrastrándose por el fango de su existencia.
Un día una libélula se acercó y me contó que había visto morir a su madre. La había matado ella. Cuando ocurrió yo estaba allí, acababa de entrar en el infierno. ¡El infierno está en esa abadía!
¡No! Ahora conserva la calma. Sácalas. Elige una. Que el destino elija porque yo no sabría qué es antes y qué después. Ya no puedo decirlo…
Primera carta. La Torre.
Este arcano representa el poder del fuego consumidor y purificador que destruye y barre hacia fuera lo viejo. La Torre del ego se tambalea hasta sus cimientos. Todo lo que intentamos guardar queda destruido y la supuesta seguridad del pasado queda irrevocablemente sacudida. Exige la comprensión de que todo lo que pasa en la vida viene del amor eterno a la misma e incluye oportunidades para aprender y descubrir. Este conocimiento de la verdadera naturaleza de los hechos nos permite reconocer los valiosos regalos que recibimos a través de las pérdidas y las desilusiones dolorosas. Simboliza la destrucción implacable que llega desde el cielo. Es una energía absolutamente curativa; tal como es de necesario extirpar del cuerpo aquello que lo enferma; de igual manera se necesita la destrucción de las relaciones y situaciones sin salida que impiden el desarrollo. Todo esto puede resultar muy hostil, pero el alivio automáticamente sucede al trauma.

Cuando ella llegó se sentía confusa, triste. Sus compañeros la habían apartado de la misión, pero ellos no podían comprender el terrible pesar que ella sentía. Si tan solo pudiera dejar de llover por un instante podrían ver las innumerables lágrimas que corrían por su rostro. Ella había sido elegida para ser miembro de la Ordo Dracul, pero... También podía ser algo más. La incertidumbre no dejaba pensar claramente a Elisabeth, ella se sentía confusa, dividida. Ellos no podían saber lo que ella sabía. ÉL la llamaba, y su llamada era demasiado fuerte. Aquello no estaba bien. El pulso se le aceleraba y respiraba cada vez más fuerte, siento que aprieto los puños hasta que las uñas se me clavan en la palma y me hacen sangrar.
No, no mis manos. Las suyas, en el pasado.
Caminamos y divisamos la torre de la abadía. Pasamos dentro mucho tiempo, cada vez la decisión correcta parece más clara, abandonar lo que se ha sido es complicado, no, no complicado, sino duro, difícil. Lo hacemos.

Cuando abandono aquel lugar bañada en sangre me siento liberada, siento que desde la distancia del tiempo me ven.

En ese momento os percatáis de la mirada perdida de la niña, muestra algo oscuro en sus ojos, sus manos tiemblan salvajemente e intenta desesperadamente coger otra carta. Cuando lo consigue emite un grito ahogado. El sudor perla completamente su frente.

Segunda Carta. La Justicia.

Este arcano representa la imagen fascinante de perfectas balanzas, sinónimo del equilibrio más profundo del centro. Solo con un máximo de concentración y con la cesación de todo movimiento es posible crear este estado de equilibrio para todas las cosas; pues el más fugaz pensamiento perturbador, haría que todo tambaleara, alterando la armonía del universo. Simboliza el poder al servicio de los hombres y el cielo. Para los humanos es un instrumento de venganza y para los dioses de justicia. La búsqueda de esta nivelación marca un camino a seguir, pero es la realidad lo que mueve al espíritu, nunca la razón o los sentimientos. Esta es una energía que esgrime tiempos en los que el karma deberá ajustarse, ya sea positivo o negativo, porque la justicia siempre debe cumplirse para retornar a la estabilidad. La personalidad moderada requiere eliminar el exceso de equipaje, las ideas erróneas y las formas inútiles de la enseñanza, para dar paso al fluir de lo que marcan los relojes cósmicos.

Elisabeth vuela. Se detiene en un lugar oscuro, parece un bosque. Los árboles parecen muertos, hay multitud de ramas, no se podría ver el solo aunque fuera de día. Parece que habla con alguien. No, alguien no, algo. Es un lobo.
El lobo le dice: “Ahora acabarás tu pequeño juego con los Sextos. Yo ya tengo preparado al III fue fácil atraerle y hacerle caer en la trampa. Atraerás a los portadores hacia el norte y les darás la justicia que se merecen. Ésta caerá sobre todos. Sobre los Sextos, sobre el Cuarto, sobre los portadores… y a no mucho tardar los Inter Regnos habrán traído justicia a la Ordo Dracul.
Nos alejamos, volando, reímos con la voz libre que nos da la libertad de conciencia, la locura. Ya somos más, dentro de poco el Cuarto será sometido y se devorará a sí mismo.
Lástima. Me pregunto, ¿a qué sabrá su carne?
Vuelo rápida al sur, imparto algo más de justicia, sigo a los estúpidos portadores, me gustaría bajar. Me gustaría bajar y cortarlos en pedacitos como hice con el crío Sexto. ¡No! Sigue las órdenes. Al Norte, allí.

Cuando abrís los ojos y os alejáis de la visión volvéis a contemplar a la Quinta. Tiene las manos completamente ensangrentadas y no para de moverlas por efecto de la ansiedad que la domina, escucháis que pensamientos sueltos en vuestra cabeza, lamentos. Se agarra la cabeza con las dos manos mientras empieza mover el torso de un lado a otro. Al final consigue agarrar una carta y se detiene.

Tercera Carta. El Colgado.
Este arcano representa el sufrimiento interior, la lucha que mueve y estremece las creencias y vivencias del sujeto. Manifiesta la inconstancia que viene a cobrar su tributo. Es el autosacrificio del que no desea herir a nadie y por ello sufre en silencio destruyendo su esencia. Se ha llegado por fin al punto en que ya no puede negarse la dura realidad. No hay otra alternativa más que enfrentarse a la verdad y liberarse. Esta forma de capitulación, de abandono de la voluntad rígida y de las ideologías inflexibles, va acompañada de cambios importantes; la descomposición de pautas de comportamiento acartonadas, la eliminación de aquellas cosas que estorban; permitiendo la total sumisión al yo más alto, liberado de la estrechez de miras y de pensamientos dogmáticos. El Tao dice: "No se haga mi voluntad sino la tuya; pues tu voluntad es la mía"; la mayor recompensa de una sumisión profunda al todo es la transformación absoluta.

Vuestra conciencia viaja cientos de kilómetros. Ya no estáis en el Sur ni vuestra mente viaja junto a la primogénita Quinta.
Estáis en una cabaña, es vieja pero construida con buenos materiales. Esta llena de papeles colgados en las paredes y mapas del techo, las mesas están desbordadas con grimorios, y libros enormes. Escucháis una voz.
-Ayer la oscuridad que investigué vino a mí. Yo sé de los pecados cometidos contra ellos. No combatimos. Siento el espíritu inquieto, la duda se ha sembrado en mi. Debía esperar en Hauffman a que llegaran los demás. Pero supongo que es cierto, puede que hayan muerto.
En ese caso la lucha se ha perdido, la Ordo jamás cumplirá sus objetivos. Nunca hubo un Primero, siempre estuvimos solos.
¿Qué hacer ahora?
Sentís que algo tira de vosotros, un poder extraño a vosotros mismo y a la Quinta os empieza a succionar. Sentís unos ojos mirándoos, escrutándoos fijamente, cada vez os alejáis más. Vuestras conciencias abandonan la cabaña, y se alejan, está sola, en el campo, más lejos hay una ciudad lo último que veis antes de abrir los ojos es un cartel en el que pone “Bienvenido a Hymir”.

La oscura presencia os estaba escrutando, las advertencias de la Quinta eran pocas, este es un espejo por el que se puede ver por los dos lados. Cuando recuperáis la consciencia de vosotros mismos os sentís algo mareados, pensáis decirle a la Quinta que no siga, que es demasiado peligroso, que habéis llamado la atención de algo demasiado oscuro.
Cuando despertáis del trance veis que la Quinta tiene los ojos completamente rojos. Debajo de ellos una sonrisa oscura como nunca habíais visto. Os enseña algo.
Ya tiene la siguiente carta sujeta.

Cuarta Carta. El Diablo.
El diablo es un vidente que no solo percibe lo superficial, sino que penetra profundamente en la naturaleza de las cosas. La conceptualización rígida lleva a la frustración y al sufrimiento; conclusión a la que solo se puede abordar, tras haber vivido varias experiencias existenciales. Libre de restricciones morales, el ser humano disfrutará del éxtasis en todas las cosas y dominará el mundo material sin ser controlado por éste.

Os sentís corriendo por un tenebroso bosque. Sin lugar a duda es el lugar más oscuro donde os habéis encontrado. Sentís un miedo tan real y tan cierto que es casi palpable. Corréis por el bosque mientras os persiguen los aullidos, sabéis que vuestra primera pesadilla, quien destruyó vuestro hogar tan lejano ya está detrás vuestro, y su voluntad es mataros.
La visión se deshace para hacerse de nuevo. Seguís en el mismo bosque, pero un escudo se interpone entre el lobo y vosotros. De repente un enorme puerta de piedra se cierra, os deja en la fría soledad y la perpetua oscuridad…

Cuando volvéis a abrir los ojos la niña esta inconsciente en el suelo. Sus manos así como sus ojos sangran profusamente.