12 HOMBRES SIN PIEDAD y 12
Allá por los años 50, se filmó una película (adaptación de una obra de teatro) que se convirtió en un clásico del “cine judicial”. Me refiero a la estupenda “12 Hombres sin Piedad” (12 Angry Men, en el original), en B/N y con una duración de escasos 90 minutos.
Un joven ha sido acusado de haber asesinado a su padre. Tanto las pruebas como los testimonios de los testigos le señalan como el autor de los hechos. Los 12 miembros del jurado se retiran para deliberar y alcanzar lo que, en principio, es un acuerdo sencillo y rápido: el chico es culpable y debe ser condenado a la pena de muerte. Sin embargo, uno de los 12 hombres cree que el chico no es culpable… y ahí empieza todo.
Prácticamente toda la película (salvo las breves secuencias del inicio y el final) transcurre en esa sala en la que está deliberando el jurado, en tiempo real. Y es precisamente por ello por lo que el espectador se queda enganchado a la trama. Es maravilloso ver cómo poco a poco ese único hombre va convenciendo a otros, cómo se va analizando y desmenuzando todo aquello que incrimina al supuesto asesino…
No hay ni una palabra de más, ni una sola frase innecesaria; los diálogos, gracias a su origen teatral, están muy bien elaborados. Por otro lado, resulta curioso que el espectador no sepa cómo se llaman los personajes; sin embargo, sus palabras, sus actos, sus opiniones y sus vestimentas les identifican y les convierten en 12 hombres únicos e inconfundibles. No creo que sea justo afirmar que los personajes son planos, ya que la acción va a transcurrir durante unos 90 minutos en la misma habituación… Apenas hay música, pero el montaje (fotografía, planos, encuadres…) contribuye a redondear aún más esta obra.
Teniendo todo en cuenta, cabe afirmar que se trata de una gran película, fresca y original, incluso trepidante contra lo que pudiera parecer. Yo la vi en versión original, así que no sé qué clase de atrocidad podrían haber cometido los dobladores… Pero creo que, aun así, merecería la pena verla.
Y ahora trataremos sobre la versión rusa, denominada simplemente “12”.
Para el que no esté interesado y quiera largarse ya de aquí, diré que se añaden elementos típicamente rusos y se adapta la obra a las exigencias de nuestros tiempos. Es por ello que la película pierde todo aquello que la distinguía de cualquier otra. Ello no implica que sea mala; resulta, cuanto menos, moderadamente interesante.
La película es del 2007 ó 2008, dura algo más de dos horas, puede que dos horas y media. Eso sí, en color.
Tenemos a un joven checheno sospechoso de haber matado a su padre adoptivo, un ex-oficial del ejército ruso. El origen checheno del chico revisto cierta importancia; constantemente veremos flashbacks de cuando él era chiquitín y chechenos y rusos se mataban entre ellos (más de lo que lo hacen ahora). Algunas de estas escenas son absurdamente surrealistas e irreales, pero supongo que ello hace que tenga gracia.
Cansan las breves pero repetidas secuencias en las que el chico deambula de un lado a otro en su celda. También cansa cierta secuencia aparentemente onírica que se repite constantemente y cuyo significado no llega a revelarse (si es que realmente se revela) hasta el mismísimo final, sin que todo ello aporte gran cosa al conjunto.
Como en el original, hay 12 hombres encerrados en una sala, deliberando, y uno que cree que el chico no es culpable. Sin embargo, los personajes tienen mucho de los de Dovstowesky: titubean, no terminan las frases, no saben lo que quieren decir, se repiten, murmuran incoherencias… A veces uno piensa que el gran sistema de justicia ruso ha ido a juntar, precisamente, en esa sala, a 12 esquizofrénicos.
Además, algunas de sus intervenciones resultan totalmente estrafalarias. Por ejemplo: dos tipos encuentran una jeringuilla y empiezan a cachondearse y a cantar; a otro se le va la pinza, se levanta gritando, les arrebata la jeringuilla y la lanza contra una diana, casi atravesando en el proceso a otro que pasaba por allí… luego dice que alguien cercano murió por culpa de las drogas y que por eso se puso así, pero el caso es que ¡nada de esto tiene sentido!
Desde luego, los personajes son pintorescos… y se empeñan en demostrarlo con interminables y variopintas anécdotas que, aunque relativamente interesantes, no vienen a acuento. Todo esto, unido a las secuencias que nos trasladan fuera de la sala, dificulta que el espectador se sumerja en lo que verdaderamente importa; porque parece que, en esta versión, lo que verdaderamente importa no es para tanto.
Por añadido, en esta versión se destrozan estúpidamente algunas de las mejoras escenas del original. También pretenden hacer algo así como “una trama dentro de una metatrama”, pero no funciona. Además, los absurdos añadidos alargan en exceso su duración.
En principio, iba a decir que esta película era entretenida y podía verse… Pero decir tal cosa sería incompatible con lo anteriormente descrito. Así que os recomiendo visionar el original y prescindir de… “esto”. Y si tenéis tiempo de sobra dedicadlo a otra cosa.