El fin de Garrios

Poco más de media hora tardó en volver a abrirse la puerta de la capilla de Garrios, y de ella, con paso tranquilo, salió la capitana de la Orden Sagrada. Tras ella, y claramente malhumorado, le seguía el capellán, el padre Fabrizio. Éste parecía disgustado por algo, y auque se conocía que era rápido a la ira, esta vez parecía verdaderamente disgustado.

Cuando los caballeros se fueron alejando todo el pueblo salió a ver cómo los poderosos caballos marchaban al galope.
Todos menos el padre Fabrizio, a quien, en voz casi inaudible, le escucharon decir los más cercanos: “Os arrepentiréis. Todos nos arrepentiremos de vuestra ligereza.” Acto seguido se internó en su capilla y nadie lo volvió a ver en lo que restaba de día.

El día siguiente, casi llegó antes de lo acostumbrado, y es que, los tranquilos y sosegados habitantes de la pequeña Garrios, no tenían aquella mañana nada de tranquilos ni de sosegados. No era para menos, ya que aquel día celebraban el día del patrón. Según algunos se conmemoraba el día en que Garrios fundó el pueblo, para otros era el día en que Garrios nació, y no faltaban los que mantenían que era el día en que el gran Garrios murió. Sea como fuere, los pueblerinos le habían levantado antes de la acostumbrada visita del sol, y habían empezado con los preparativos.
Había que construir alguna tarima en la plaza para los bailes y los festejos, además de que había que preparar ingentes cantidades de comida, y por supuesto, había que dejar impecable la ropa más lujosa que cada uno podía tener, que normalmente se correspondía con lo que llamaban, la ropa de los Domingos.

El día del patrón, o el día de Garrios, era un día donde, definitivamente, el objetivo era olvidar las penurias del trabajo y celebrar que, pese a las dificultades, y pese a los inconvenientes, aquellos 250 habitantes vivían en una calma que haría sentir envidiosa a las más grandes urbes de la Alianza.
Al fin y al cabo, si bien era cierto que no disponían de grandes lujos, también lo era el hecho de que, tampoco necesitaban más de lo que ya tenían, y aquello les daba para poder vivir con ciertas comodidades y grandes cantidades de relajación.

El día avanzó a su ritmo normal, pero para los habitantes de Garrios, parecía trascurrir mucho antes que cualquier otro día. Casi todo el pueblo comió una hora antes de la hora habitual para el almuerzo, y de la misma forma, todos estaban preparados para la cena, casi con dos horas de antelación de ésta. Aproximadamente a las ocho de la tarde ya estaba casi toda la gente en la plaza. Allí todo parecía dispuesto, se habían sacado varias mesas largas que se usaron para alojar las desmedidas bandejas con comida. En otra zona se repartían jarras que podían llenarse con zumo de arándanos, limonada, o la elección preferida por los mayores, cerveza. En la tarima que se había construido había cuatro hombres que tocaban, más mal que bien, algunas canciones populares y que ayudaban a animar aquello. En el centro de la plaza se organizaba el baile, fuente de quejas para las parejas ya formadas y también, inagotable fuente de posibilidades, para aquellos que todavía no tenían compañera.

A pesar de todo lo bueno que tenía aquel día del patrón, el de este año se había contado por un hecho remarcable y excepcional, y fue la negativa del padre Fabrizio a dar el pregón y así, inaugurar las fiestas. Nadie había entendido la decisión del padre, pero éste, excusándose en que no se encontraba bien, denegó rotundamente cualquier posibilidad de acudir a la inauguración de esa fiesta tan señalada, y querida por el pueblo entero.
La fiesta marchó estupendamente, todo el mundo, o casi todo, disfrutaba de un buen festín, una música alegre y unos bailes divertidos. Pero todo cambió cuando el reloj de la mansión de los Estanfor marcó las doce de la noche.

Los primeros, y lejanos, aullidos debieron resultar imperceptibles para los habitantes del pueblo que estaban sumidos en el baile y la música local. Para cuando los pudieron escuchar ya estaban demasiado cerca. Al principio la gente se alarmó, ya que no era normal que los lobos se acercaran tanto al pueblo, pero cuando éstos decidieron unirse a la fiesta, cundió el pánico.
Las dos docenas de criaturas que hicieron acto de aparición no eran lobos, no podían serlo. Tenían un hocico más pronunciado que daba cabida a un mayor número de dientes, sus patas eran más alargadas y musculosas y su pelaje era infinitamente más oscuro. Pero si había un detalle que expresara su brutal naturaleza, era, sin duda alguna, sus ojos. Éstos eran rojos como rubís y de ellos parecía emanar una luz antinatural.

En menos de lo que se tarda en caer un grano de arena la fiesta se convirtió en una carnicería. La gente salió corriendo hacia sus casas, pero los lobos los fueron cazando. Sus mortíferas fauces mordían y segaban, sus garras despedazaban, y donde había vida solo dejaban muerte. Rápidamente el suelo de la plaza se llenó de los charcos que se formaban por la sangre de los aldeanos muertos.
En los minutos que siguieron solo se puedo escuchar el sonido de terror de los aldeanos a los que masacraban. Aquellos que se encerraron en sus casas no encontraron refugio alguno ya que la fuerza brutal de aquellas criaturas era suficiente para tirar abajo las débiles puertas de madera.

Pero lo peor acababa de comenzar.

Con paso lento y seguro, recreándose en la vista llegó un hombre a la plaza del pueblo. Vestía ropajes lujosos, y de sus hombros caía una capa roja. No parecía tener más de una treintena de años.
Se situó frente a la estatua del fundador y con parsimonia levantó su brazo derecho, el cual señaló a una de las casas cercanas. En un segundo, una lengua de fuego brotó de la palma de la mano del hombre y se estrelló contra la casa haciendo que ésta se destruyera por completo. Un intenso olor a quemado empezó a llenar el aire.
A la luz de las llamas, el extraño personaje de capa roja, como la sangre que teñía las calles de Garrios. Empezó a destruir de la misma forma todas y cada una de las casa de la aldea hasta que solo quedó en pie la Iglesia y la estatua mármol blanco del fundador.

Acto seguido destruyó en mil pedazos la estatua del gran Garrios, descubriendo de esa manera que bajo la estatua se escondía un secreto casi tan grande como la historia de ese mismo personaje. Había lo que parecía ser la entrada a un túnel subterráneo.
A la vez que el destructor se introdujo por aquel pasaje, bajando unas escaleras hechas con exquisito mármol blanco, los aullidos de los lobos fueron desapareciendo, éstos, una vez cumplida su misión de aniquilación, parecían estar retirándose del pueblo.
El extraño invasor solo tardó un par de minutos en salir, para entonces ya no quedaba ningún lobo en Garrios, y cuando salió llevaba en sus brazos una espada, ésta parecía haber sido forjada en algún tipo de metal oscuro, tenía a lo largo de la hoja unas líneas rojizas casi negras que acompañaban algún tipo de inscripción.
Pero cuando salió se encontró con algo que no esperaba encontrar.

Se encontró con vosotros.

Sobrevivisteis a la masacre del pueblo, ocultos bajo la construcción de madera que debía servir como tarima a los músicos. El miedo que habitaba en vuestros corazones os impidió salir de allí, y “algo” hizo que los lobos no tuvieran mucha curiosidad por adentrarse allí. Cuando visteis lo que había hecho ese hombre algo dentro de vosotros se rompió. Sabíais que era vuestra muerte pero algo muy, muy, dentro de vosotros os empujaba a salir.
Con la rabia como máximo representante de vuestros sentimientos hicisteis frente al invasor. Éste alzó la mano y os dirigió una lengua de fuego de tal magnitud que podría hacer derretir al metal, pero a vuestro alrededor creció una oscura esfera que no pudo atravesar el fuego. A pesar de todo, os sentiteis exhaustos después de acometer aquello y sabiaís que no podríais detener un segundo ataque de la misma fuerza.
Entonces las puertas de la Iglesia se abrieron de par en par, y de ellas salió el padre Fabrizio, salvo que llevaba una pesada armadura de colores claros y el símbolo de la Iglesia de Abel, y en su mano portaba una espada larga que parecía estar hecha de una sola pieza de acero, dicha espada parecía brillar con intensidad.
En cuestión de segundos el Padre se había lanzado sobre el extraño personaje, el cual paró su ataque con una especie de campo de llamas sólidas. A pesar de ello el ataque del padre fue tan brutal que hirió a aquel extraño hombre en el ojo izquierdo, haciéndole sangrar profusamente.
El combate entre estos dos seres fue colosal y obligó al invasor de la capa roja a dejar caer accidentalmente la espada que había cogido de la gruta y a huir, sin perder un segundo el padre le siguió a una velocidad que vuestros ojos no son capaces de seguir ni vuestras mentes de comprender.

Os encontráis solos en un pueblo que es pasto de las llamas. La sangre de todos los aldeanos cubre el campo.


Sois los únicos supervivientes de la matanza de Garrios.

La chica de edad más o menos en la veintena se arrodilló mientras sus lagrimas caían una tras otra, su pelo negro como el azabache se movía al son que el viento, mientras que sus ojos azules observaban la devastación que había provocado El Destructor:
-¿Todo para esto? –Me digo agarrando la espada de runas rojas, que actúa emanando un aura rojiza- ¿¡Tantas muertes solo para esto!?- grita a la vez que tira el arma lejos.

La chica de aspecto enjuto se levanta y empieza a recorrer el lugar buscando en vano algún rastro de vida, algo que aún haya quedado vivo después de la devastación aparte de ella misma y la otra persona.
La chica va vestida con una camisa de color claro y unos pantalones de color marrón, no parece que tenga ningún objeto personal o de valor

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El chico de unos quince años se mira tembloroso las manos llenas de sangre. Esta en un estado de schok, a causa de la masacre. A pesar de todo consigue ponerse en pie, mirando desesperado lo que ha ocurrido. Intenta mirar si sigue alguien vivo. Pero aparte de la muchacha no divisa a nadie. Su gabardina negra esta manchada de sangre. El la uso como cada año de disfraz en una obra de teatro que representaba la muerte del heroe Garridos. De su cuello cuelga de un hilo una mascara sonriente.

Ahora se dirigiré hacia la única persona que ha sobrevivido a todo esto...


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El calor provocado por las llamas empieza a ser sofocante, ante vosotros esta la espada que dejó caer al escapar el extraño personaje de la capa, si os fijais bien todavía podeis ver restos de sangre provocado por el ataque del padre Fabrizio.

Para Keira:

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Para Yulan:

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Yulan corre rápidamente hacia la muchacha. Con el sofocante calor del fuego y el mareo que tiene a causa de todos los cuerpos muertos, casi no se sostiene en pie. Aun así consigue llegar ante la muchacha. Todavía sin aliento Yulan consigue hablarle:

-¿Estas bien? Joder, tenemos que irnos de aquí ya.-
El chico esta tan confuso que casi no dice bien las palabras.


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Cuando el muchacho de la gabardina negra se acerca a donde esta ella está, aún llorando. Le dice de forma entrecortada al muchacho:

-¿Por qué…h..ha t..te…tenido que pasar esto?, ¿por q..qué?, ¿Por qué tanto mal?

La chica aún no puede encontrar las respuestas, pero no puede dejar tampoco al pobre chico solo, se serena e irrumpe el llanto para decirle:

-Lo siento...es solo que...¿vayamonos de aquí vale? -digo con una sonrisa-

Cojo con dulzura al joven y lo llevo hacía la capilla, a resguardo del fuego, pues es el único lugar que aún no ha sido arrasado por las llamas.


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El muchacho no puede soportar todo este desastre. Mientras se mueve tambaleándose se para en seco, parece que ha divisado un cadáver de un conocido. Precisamente su padre.
La escena lo consterna totalmente. Las lágrimas salen a borbotones de sus ojos.
La chica intenta consolarle. Aunque no es suficiente. De todos modos saben que tienen que salir o serán pasto de las llamas.

-¡Tenemos que salir de este maldito sitio! No puedo sopórtalo más. ¡No puedo!-
Grita el chico antes de irse donde se esta quemando el cadáver de su padre. El olor a muerte se hace más insoportable por momentos. Por lo que el chico coge fuertemente la mano de la chica e intenta conducirle fuera del pueblo. Se nota perfectamente que el muchacho no puede soportar ver como se quema su hogar. Por ese motivo intenta frenéticamente irse de hay con la chica.
- Padre ¿Por qué?...
El chico balbuce estas palabras mientras corre hacia fuera del poblado.
La verdad es que con todo en llamas la huida se hace difícil. Cuando salen de hay el muchacho se tira en la hierba mientras llora. Toda esta masacre le va ha marcar de por vida.
Cuando se calma un poco, el muchacho intenta hablar con la chica:
-¿Y tu… co...mm...o te llamas? Yo so…y Yulan.-
Antes de seguir hablando toma el aire para pronunciar mejor:
- Es una pena que nos conozcamos en este momento. Puede que si hubiera muerto hubiera sido mejor que ver esto. Dios mió que estoy diciendo menos mal que alguien ha sobrevivido. Eso es lo importante-



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El único superviviente de toda la aldea llora conmovido al ver el cadáver de su padre, la escena me parte el corazón, que juro en ese mismo momento cuidar del chico cueste lo que le cueste. Toca el hombro del muchacho para que me vea y así quite de su vista la carne quemada que antes era su padre y le abrazo para que pueda animarle un poco:

-Vayámonos de aquí, ¿vale? –le digo con una dulce sonrisa forzada mientras aún me caen lagrimas del rostro-

Le llevaría yo misma pero no poseo tanta fuerza como para llevar al muchacho, así que le cojo de la mano y empezamos a correr para salir del pueblo, esquivando las llamas y los cadáveres, nada me gustaría más que cerrar los ojos y al abrirlos ver que nada ha pasado, que aún están repartiendo la cerveza y los zumos por toda la ciudad.
Pero se perfectamente que eso no va a ocurrir.
Corremos hasta que nuestros pulmones no pueden más y nos tiramos en la hierba, cogiendo todo el aire posible mientras que, sentados en la hierba, vemos detrás de nosotros el paisaje de una aldea completamente quemada, formando tonos amarillos y rojos por el cielo negro.

El muchacho aún tiene lágrimas en los ojos, casi no puede creer en lo que ha pasado, así que le abrazo fuertemente mientras que en mi corazón desea lo más fuerte posible que el muchacho halle un momento de paz. [Intensificar sentimientos, paz]

Después de eso y al ver que está algo más calmado dice:
-¿Y tu… co...mm...o te llamas? Yo so…y Yulan.
-Yo me llamo Keira, encantada de conocerte
-¿Y…y a donde…iremos ahora? –pregunta de forma entrecortada Yulan
-Lo mejor será alejarnos un poco más de aquí y buscaremos cobijo para dormir, ya que no es muy buena elección pasear por las noches sin rumbo fijo, cuando amanezca, iré a la aldea para ver si hay algo que pueda decirnos sobre…-la voz de Keira se apaga por momentos al recordar lo que acaba de ocurrir- “esto”, así que dime joven Yulan, ¿quieres venir conmigo a algún sitio seguro? –le pregunto con una sonrisa.



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-Eres una persona agradable. En estos momentos no me gustaría sepárame de ti.
Así podremos sobrevivir con más facilidad. Deberíamos ir hacia una casa rural o cualquiera cueva que este cerca del pueblo. A lo mejor no están arrasados por las llamas
y podremos cobijarnos hay.-
El muchacho se levanta de la hierba, se seca las lágrimas y con Keira intenta buscar un lugar tranquilo donde pasar la noche. Intentando olvidar por un momento lo ocurrido.
Mientras caminamos intento recordar el lugar de una casa o cobijo que podía haber por aquí.


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-Como digas Yulan, vamos.

Y así, con mi mano aferrando a la pequeña del muchacho Yulan y con un pequeño sabor dulce al haber encontrado a al menos un superviviente de todo ese caos nos dirigimos a cualquier lugar seguro que pueda haber en la zona, desde una cueva, a un bosque o incluso una casa, cualquier cosa que nos aleje del horror y el caos que se ha producido sin piedad en la aldea de Garrios.


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Agarrados de la mano andais casi oscuras en la noche. Corre una ligera brisa pero no hace frío. Sabeis que el verano ya esta cerca y aunque todavía puede refrescar tampoco os morireis por congelación por el mero hecho de pasar la noche fuera.

A cada paso que dais vais dejando un poco atrás la terible destrucción de Garrios, y a medida que lo vais asimilando las preguntas no paran de crecer. ¿Quien era ese hombre? ¿Sabía el padre que esto ocurriría?
Y la peor de todas...

¿Volverá?

Yulan

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Keira

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Al no poder ver nada excepto hierba y algún que otro junco empiezo a pensar que lo mejor es descansar ya, ya que no creo que pueda haber nada:

-No parece que haya nada Yulan, quizás deberíamos descansar aquí ya que no parece que haya por los alrededores ni ninguna cueva o casa, y tampoco es bueno deambular mucho solos por la noche, ¿tu que opinas?


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-Keira no podemos quedarnos aquí. Recuerdo que había una serraría por aquí cerca. Esta ha un kilómetro y algo. Si resistimos un poco mas podremos cobijarnos un poco.
La chica se convence de lo que yo le digo y con valor nos dirigimos a la serraría.
Espero que podamos estar hay o si no será peor.
Mientras caminamos yo no dejo de pensar en mi padre. El era un hombre honesto. No es justo que le haya tenido que pasar esto. ¿Por qué?


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Los dos estais cansados, y más que eso, estais completamente desolados. Quizás es por eso que te cuesta más de lo normal dar con la dichosa serrería.
A primera vista, en la oscura noche, al abandonado edificio tiene un aspecto algo lúgubre, pero cuando veis reflejado en sus cristales rotos el rojo resplandor de las llamas, que aún persisten en lo que antes fue un pueblo lleno de gente de paz, os desanimais aún más.

Haciendo de tripas corazón entrais. La cerradura parece que esta rota desde hace algún tiempo.
Dentro veis poco debido a la escasísima iluminación, pero acertais a distinguir ciertos utensilios que sirven para el corte y tratamiento de la madera.
No tardais en haceros un hueco, más o menos protegido de los elementos, y os tumbais en el sucio suelo del edificio abandonado.

-Mejor que estar al descubierto, todo nos vale ¿No?-
Le comento a Keira de una forma triste y cansada.
La verdad es que todo este desastre ha sido demasiado para los dos. Con solo pensar que los cadáveres de nuestros parientes todavía se están quemando, hace que se me revuelva el estomago.
Intentando olvidar todo lo ocurrido, empiezo a preguntar cosas a Keira:
-Bueno, a pesar de todo ¿Qué hacías antes en Garridos?


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-La verdad Yulan…es que no estoy segura, me desperté en las afueras de la ciudad sin recordar nada de nada, cuando llegue unos caballeros de la Orden de la Cruz fueron a visitar la capilla de la aldea y…luego pocas horas más tarde comenzó la fiesta y…pero bueno, ¿dejémoslo pasar por hoy y durmamos vale?, mañana parece ser un día muy largo y mejor procurar dormir aunque sea este sitio algo “incomodo”, ¿no pienses en nada malo cuando durmamos vale Yulan?
Vuelvo a desear con todas mis fuerzas que halle paz en este lóbrego lugar, aunque sea por un momento y entonces procuro esforzarme por mantener su estado de animo mientras que le abrazo para que no se olvide de que no se tiene que enfrentar a esto solo, de que estoy yo con él
[Intensificar Sentimientos, paz, mantener como innato toda la noche]

Después de eso por la mañana me despierto antes que él y como no quiero que vuelva a pasar alguien tan joven por un trauma semejante le hago creer que aún estoy con él dormida, para que a mi me de tiempo a llegar a la aldea e investigar que ha sucedido, pero no puedo permitir que alguien como él venga conmigo, ya ha sido una autentica suerte que haya sobrevivido a todo esto.
[Gasto CV libre, Ilusión mental]

“Lo siento Yulan, pero no puedes venir conmigo, perdoname”

Me voy a la aldea de Garrios yo sola.


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Os cuenta una eternidad conseguir dejar atrás todo los terribles acontecimientos, pero finalmente conseguis dormiros.

Pero el sueño no es agradable...

Pasais una terrible noche, soñais con la muerte, con el olor de cuerpos quemados y soñais con un hombre que viste capa roja y que, seguramente, os este buscando ahora.

Ninguno de los dos duerme demasiado.

Keira

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Yulan

Spoiler:

Yulan

Spoiler:

Al principio pienso que estoy demasiado cansado y por ese motivo no puedo distinguir que al parecer hay dos Keiras.
-¿Pero que? ¿Dos tus?-
Cuando digo eso me froto los ojos para ver mejor. Como es posible…bueno estaré demasiado consternado y cansado que ahora veo cosas raras.

Mientras ella abre la puerta yo le pregunto:
-¿Cómo que no puedo venir contigo?- Después mi rostro de confuso pasa a serio y le digo -Estas de broma supongo. No sabes si han vuelto los lobos extraños o peor aun el tipo de rojo. Además es mi hogar y tengo derecho a ir allí. Aunque este abrasado por la llamas. Entonces si tú vas yo también voy.-

Después me levanto del suelo y me dirijo hacia fuera de la serraría. Ahora tendre que ir a ver lo que queda de Garridos.


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"Que mala suerte que Yulan se haya tenido que despertar justo ahora, quien sabe lo que estará rondando por la cabeza justo ahora" [Desactivo la Ilusión psíquica]

Después de eso empieza a hablarme anodadado sobre lo que estaba a punto de hacer sin que se diera cuenta:

-¿Cómo que no puedo venir contigo?- su rostro confuso se convierte se vuelve más serio y me dice-Estas de broma supongo. No sabes si han vuelto los lobos extraños o peor aun el tipo de rojo. Además es mi hogar y tengo derecho a ir allí. Aunque este abrasado por la llamas. Entonces si tú vas yo también voy.
-Precisamente por eso no vas a venir conmigo Yulan, te quedaras aquí -hago una ligera pausa mientras le mira con dureza para que comprenda la seriedad de mis palabras- Yulan, eres aún muy joven y no puedo permitir que vengas conmigo, ¿qué puedes hacer tu contra esos lobos y contra "El"?, no podria permitir que perdieras tu vida por esto, cuando la aldea se abraso, me hice una promesa, y es que pase lo que pase te protegeria, así que no puedo permitir que vengas conmigo a la aldea, lo siento. Volvere Yulan, te lo prometo, pero te quedaras aquí.


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Keira

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-Te agradezco que hagas esto por mí. Pero…no podría soportar que te pasara algo malo a ti también.-
Le digo con un tono suplica.
-Lo se pero tendrás que quedarte aquí y no te preocupes-
Con la dulzura de Keira, Yulan parece convencido y va a ceder a la orden.
-Por favor vuelve pronto y de una sola pieza.-
Cuando termino de decirle que me quedo, le hago una sonrisa pero con un toque de tristeza. Luego me siento en el suelo delante de la pared de la serraría para esperarla.
- Adiós y no te preocupes ahora vuelvo.-
Luego se va hacia lo que queda del pueblo.

Cuando la pierdo de vista y creo que esta ha suficiente distancia, me propongo ha seguirla sigilosamente. (Hago una tirada de sigilo).
Antes de seguirla pienso en el libro de las brujas y pienso que podría darme suerte si muevo las manos y pronuncio unas palabras similares del libro. No se el porque. Pero hace que me sienta mas seguro si lo hago (Sombra +50 a ocultarse y sigilo). Despues unas sombras movedizas imperceptibles para los demas empiezan ha rodearme e hacerme mas dificil de divisarme.



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Me dirijo hacía Garrios, tengo mucho miedo de volver hacía ahí de nuevo y sé que lo que me ha protegido contra la muerte no lo hará una segunda vez, además es probable que los furiosos lobos se hayan quedado para asegurarse de que no hay supervivientes.

Pero sin embargo tengo que ir, hay pistas que nos pueden decir algo, sobre esto, el porque de esta catástrofe
El miedo hace que me sienta insegura, ya que podría morir cuando llegue a la aldea, con lo que algo en mi reacciona contra ello, rodeándome con un suave viento que no estoy segura del porque, pero que sin embargo me tranquiliza.
[Activo Escudo Telequinético y lo mantengo como innato]

Una vez más tranquila avanzo con paso firme hacía la aldea.


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Ninguno de los dos consigue hacer ninguno de los efectos que habeis dicho.
Si bien es cierto que los dos os habeis dado cuenta de que teneis dones, no los podeis aprovechar al máximo, ni siquiera estais seguros de como "activarlos" y mucho menos de lo que son. Ademas, en el libro que leiste, Yulan, no aparecía nada salvo cosas de brujas y de arrancarle el corazón a los bebés para hacer pócimas y cosas así.
Quizás deberíais tomaros un tiempo "narrandolo" para aprender a manejar los poderes.


Keira, poco después de abandonar la serrería escuchas perfectamente el distintivo crujido que hace la desvencijada puerta de madera al abrirse chirriando sobre sus débiles goznes. Haciendo, lo que interpretas que debes ser andar sigilosamente, esta Yulan que parece dispuesto a seguirte.

Keira, con miedo de lo que puede pasar, duda sobre si seguir avanzando hacía la aldea, pero después de pensar en todo lo que ha pasado y en su responsabilidad de que debe actuar, decide marchar hacía Garrios.

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