Confiando en lo que dice Keira os quedais confiadamente a esperar.
No teneis la más mínima idea de quien puede ser, pero confiais en que las cosas no se puedan poner peor todavía.
Al cabo del rato las creadores de la nube se hacen visibles. Efectivamente son cuatro caballos, sobre cada uno de ellos hay un hombre, excepto en uno de ellos que parece ser usado como caballo de carga.
Por lo que veis de ellos no os inspiran mucha confianza, no llevan ningún tipo de traje del ejercito ni nada que se le parezca, solo unas ropas sucias sobre las que llevan unas armaduras ligeras bastante destrozadas.
Cuando el que va en cabeza, os ve escuchais que dice:
-Carlo, Lorenzo, id fiendo que queda de valor, yo me encargo de la señorita.
Dicho esto, el hombre, alto, robusto y con una cicatriz mal curada en el lado derecho de la cara, se acerca a vosotros.
Mientras tanto los otros dos, uno de ellos un tanto menudo que lleva una ballesta colgada de su cinto, el otro, al igual que el grandullón, lleva una espada larga. Empiezan a registrar las ruinas.
-Dime muchachita, ¿Necesitas ayuda del bravo Ettore?